Ese día Catalina abrió, como no acostumbraba a hacer cada mañana, un ojo a la vez, tomándose el tiempo necesario para que cada uno de ellos se adaptara a la luz penetrante que entraba por la ventana de su habitación. Y mientras iba dejando de lado la oscuridad, trataba de recordar todo lo que había soñado. Intentaba encontrarle significado a esas formas que van cambiando, se entrelazan y que estimulan nuestros sentidos sin siquiera tener nombre. Secaba esas gotas de transpiración que el sueño produce en nuestro cuerpo, cuando es demasiado lo que tiene para decirnos de nosotros mismos.
Volviendo con su cuerpo todo a la realidad cotidiana de sus días, comenzó a emprender la labor cuasi mecánica que movía cada uno de sus músculos a una misma tarea en cada tic tac que el reloj realizaba.
Catalina no sufría por ello, podría decir que hasta le resultaba demasiado seductor el sentimiento de seguridad que su robotizada vida le proporcionaba. Además su cerebro programado no le permitía pensar en mas nada que no fuera el número de actividades que debía realizar, y las instrucciones para hacerlo de la forma correcta.
Pero ese día, había comenzado diferente. Catalina estaba convencida de que algo nuevo y totalmente extraño trataba de romper con la estructura de su vida. Era un código nuevo que peleaba por introducirse en su cerebro, y que iba a ser muy complicado de procesar.
Es en ese momento, que sin darle tiempo a entender ese algo nuevo que estaba a punto de ocurrir, se despliega como si fuera un cartel en su mente, una palabra que Catalina jamás había oído, sentido, percibido. REVOLVER.
Y mientras la ve, escucha de repente que alguien la pronuncia primero muy despacio casi como susurrando: revolver ...
Mas fuerte y deletreándola: RE-VOL-VER.
No entiende la razón por la cual sus piernas empiezan a caminar. No existió orden para ello. Pero no puede evitarlo, ya ha perdido el control de cada extremidad, de cada músculo, de cada articulación. Hasta su sangre circula libremente por sus venas sin ningún tipo de reserva ni permiso previo. "¡Es una total falta de respeto!" piensa la mujer de hierro.
Llega hasta uno de los cuartos de la casa. Casa que había visto crecer a esa niña. Casa que tuvo padres, perros, amigas, primeros novios, y que de repente solo tenía a esa joven robotizada.
Con sus ojos tan abiertos como era posible, se acerca hasta una caja repleta de juguetes.
El primero en ser descubierto es el gato con botas, el que había sido víctima de sus besos, de las primeras manos que tocan con pasión,de piernas humanas entrelazadas con sus entonces rellenas patas de goma espuma.
Catalina, que ya ha perdido del todo el control, lo toma de su sombrero y lo mira por un rato largo. Sus ojos se nublan, sus bigotes ya están borrosos, un par de lágrimas empujan y cuando falta poco para rodar por su cara, los códigos de programación vuelven a funcionar. Catalina corre soltando al viejo sombrerudo, y se esconde detrás de la puerta.
Ahora entiende, ha comenzado la guerra.
Piensa en cuanto desea estar cerca de esa caja con sus recuerdos, pero el tic tic vuelve a hacer rígidos y controlados sus pensamientos.
Haciendo demasiada fuerza, Catalina se arrastra por el piso, agarra una de las partes de la caja, y mientras lo hace, reconoce en el fondo de la caja, la cabeza de Delfina. La muñeca y amiga mas confidente y tolerante que una niña de ocho años pueda tener.
Catalina se arroja sobre la plástica cabeza, y vuelve a ocurrir. Con movimientos duros y pesados corre detrás de la puerta.
Entonces decidida a ganar la batalla y sin dudas de querer revolver ese mundo de criaturas, le hace creer a su errumbrado cuerpo que se alejará de la caja.
Imitando a Catalina programada, camina hasta el baño como lo haría todos los días luego de despertarse. Se acerca muy lentamente a un estante y toma de él un pote de pegamento.
Sin darle tiempo a su estructurado cerebro de procesar la nueva imagen, corre hasta la caja, llenando sus manos del pegajoso líquido, y con el único deseo de encontrarse de nuevo con Catalina, se adhiere a las criaturas de la caja.
Criaturas que hacen llorar, reír, excitar. Criaturas que la hacen ser Catalina.
Catalina triste, Catalina con deseos, Catalina con pasiones, Catalina con sueños.
Catalina ama, Catalina sueña, Catalina llora.
Catalina no olvida.
miércoles, 15 de diciembre de 2010
lunes, 13 de diciembre de 2010
Vos y sal
Esa lágrima empuja por salirse de mi cuerpo,
pide escaparse de mis ojos,
baila en mis pupilas,
de tanto moverse aprende a saltar.
Moja mis pestañas,
hace camino en mis ojeras,
salando mis pómulos,
llega hasta mi boca donde su vida termina.
Mi lengua la siente,
llega hasta mi cabeza,
se convierte en tu imagen,
en cada uno de los detalles de tu cuerpo.
Tus ojos que por momentos paracen cerrarse,
tu forma de cantar hablando,
tus manos, tus dedos,
todos ellos ahora tienen gusto a sal.
Historia que no supe contar,
canciones mal cantadas,
miedos chiquitos,
corridas sin destino.
Hoy te pienso lejos,
hoy te siento extraño,
hoy espero que vuelvas,
hoy mis ojos te ven nublado.
pide escaparse de mis ojos,
baila en mis pupilas,
de tanto moverse aprende a saltar.
Moja mis pestañas,
hace camino en mis ojeras,
salando mis pómulos,
llega hasta mi boca donde su vida termina.
Mi lengua la siente,
llega hasta mi cabeza,
se convierte en tu imagen,
en cada uno de los detalles de tu cuerpo.
Tus ojos que por momentos paracen cerrarse,
tu forma de cantar hablando,
tus manos, tus dedos,
todos ellos ahora tienen gusto a sal.
Historia que no supe contar,
canciones mal cantadas,
miedos chiquitos,
corridas sin destino.
Hoy te pienso lejos,
hoy te siento extraño,
hoy espero que vuelvas,
hoy mis ojos te ven nublado.
viernes, 3 de diciembre de 2010
Con arena
Reencontrándome, queriendo reencontrarte,
Buscando desesperadamente al que fuiste,
a la que fui con vos.
Necesitando que quieras buscarme,
que no necesites pensarlo demasiado,
que me dejes descubrirte una, dos y mil veces.
Se fueron meses y lluvias,
quisimos conocer a algunos,
creimos desconocer a demasiados,
nos olvidamos de mirarnos,
nos perdimos recordando.
Unos pasaron corriendo,
otras volaron muy alto,
hiciste un surco en la tierra,
yo sin vos, jugue con arena.
Me perdí, te extrañé,
me olvidé de vos un poco,
me hiciste recordarte otro,
me volví a perder.
Te busqué, me encontraste,
te quise, me olvidaste,
te invité a jugar con arena,
tus pies se clavaron en el barro.
Buscando desesperadamente al que fuiste,
a la que fui con vos.
Necesitando que quieras buscarme,
que no necesites pensarlo demasiado,
que me dejes descubrirte una, dos y mil veces.
Se fueron meses y lluvias,
quisimos conocer a algunos,
creimos desconocer a demasiados,
nos olvidamos de mirarnos,
nos perdimos recordando.
Unos pasaron corriendo,
otras volaron muy alto,
hiciste un surco en la tierra,
yo sin vos, jugue con arena.
Me perdí, te extrañé,
me olvidé de vos un poco,
me hiciste recordarte otro,
me volví a perder.
Te busqué, me encontraste,
te quise, me olvidaste,
te invité a jugar con arena,
tus pies se clavaron en el barro.
martes, 9 de noviembre de 2010
Seguir temiendo
Existen momentos que sin pensarlo nos transforman de una vez y para siempre.
Momentos que nos hacen ser personas completamente diferentes, momentos que nos hacen cambiar de direcciones, correr para otro lado, hablar con voces nuevas.
Y la trascendencia de esos momentos no radica en un gran acto, ni es preciso que tenga un nombre importante, carteles, globos o payasos. Tampoco se necesita de una vestimenta especial, ni de palabras mágicas. En realidad, ni siquiera sabemos exactamente cómo llamarlo, algunas personas pasan años de sus vidas tratando de encontrar una forma de denominar a eso que nos pone de cabeza para abajo. Buscamos palabras que puedan expresar lo que ese cambio significa, pero es completamente inútil, o por lo menos confieso que mis intentos han sido un fracaso.
Hay sólo algunas cosas que soy capáz de asegurar, nunca sentí tantas ganas de correr, de escaparme, de cerrar los ojos por mucho tiempo, de que la sangre transite mas lento por el cuerpo, de atarme las manos, de cruzar mis pies.
No puedo decir, lindo o feo, triste o feliz, no existen clasificaciones válidas, me agota pensar en que no sólo no puedo nombrarlo, sino que además ni siquiera se cómo me hizo sentir.
Aunque hay algo que si sé, y es que paraliza. Deja inmóviles cada uno de nuestros músculos, nuestra mirada se pierde, no existe neurona capaz de funcionar, somos casi pedazos de algo que no tiene vida propia. Dependemos de que el viento esté a nuestro favor, y de que no caigan piedras del cielo, dependemos de que a nadie se le ocurra lastimarnos o que algún titiritero trate de manejarnos con sus hilos. Somos seres totalmente indefensos, sin armas, ni siquiera podemos cerrar los puños.
Lo único que recuerdo del tan nombrado y callado momento, es el miedo, inmanejable, mucho, demasiado de él. Un tipo nuevo de miedo, uno que no había sentido jamás.
La pregunta que vino una vez recuperada la movilidad de mis huesos y la funcionalidad de mi cerebro fue: ¿Miedo a qué o a quién?
Miedo a sufrir mas de lo previsto, a ser mas feliz de lo imaginado, a enfrentar mounstros mas grandes que los estudiados, a vivir lo que nunca había vivido, a romper esquemas, a no cumplir expectativas, a causar lágrimas, a enamorar y enamorarme. A aparecer en sueños y que aparezca en los míos, a dejar los prejuicios del resto y los propios de lado, a que mi casa pensada se construya diferente, a cantar canciones que no conocía. A pensarla en demasiados tic tac del reloj, a escribir textos con su cara, a que se me erice la piel cuando me toca, a que sus palabras yo también las repita. A que llegue el día en que ya no pueda despegarme tan fácilmente, a sentir mi cama vacía si no está.
Pero el mas grande de todos los miedos y por absurdo e imposible que parezca, es que, por alguna razón, mis miedos en un instante cualquiera desaparezcan. El miedo más grande que existe, es que un día no quede ni un solo miedo por temer, y con ellos se vayan también mis deseos, mis planes, mis amores, mis sueños.
No puedo perderlos, me resisto a dejarlos ir. Miedos, estoy aquí para ustedes, no voy a moverme, los necesito. Miedos quiero seguir temiéndolos.
Momentos que nos hacen ser personas completamente diferentes, momentos que nos hacen cambiar de direcciones, correr para otro lado, hablar con voces nuevas.
Y la trascendencia de esos momentos no radica en un gran acto, ni es preciso que tenga un nombre importante, carteles, globos o payasos. Tampoco se necesita de una vestimenta especial, ni de palabras mágicas. En realidad, ni siquiera sabemos exactamente cómo llamarlo, algunas personas pasan años de sus vidas tratando de encontrar una forma de denominar a eso que nos pone de cabeza para abajo. Buscamos palabras que puedan expresar lo que ese cambio significa, pero es completamente inútil, o por lo menos confieso que mis intentos han sido un fracaso.
Hay sólo algunas cosas que soy capáz de asegurar, nunca sentí tantas ganas de correr, de escaparme, de cerrar los ojos por mucho tiempo, de que la sangre transite mas lento por el cuerpo, de atarme las manos, de cruzar mis pies.
No puedo decir, lindo o feo, triste o feliz, no existen clasificaciones válidas, me agota pensar en que no sólo no puedo nombrarlo, sino que además ni siquiera se cómo me hizo sentir.
Aunque hay algo que si sé, y es que paraliza. Deja inmóviles cada uno de nuestros músculos, nuestra mirada se pierde, no existe neurona capaz de funcionar, somos casi pedazos de algo que no tiene vida propia. Dependemos de que el viento esté a nuestro favor, y de que no caigan piedras del cielo, dependemos de que a nadie se le ocurra lastimarnos o que algún titiritero trate de manejarnos con sus hilos. Somos seres totalmente indefensos, sin armas, ni siquiera podemos cerrar los puños.
Lo único que recuerdo del tan nombrado y callado momento, es el miedo, inmanejable, mucho, demasiado de él. Un tipo nuevo de miedo, uno que no había sentido jamás.
La pregunta que vino una vez recuperada la movilidad de mis huesos y la funcionalidad de mi cerebro fue: ¿Miedo a qué o a quién?
Miedo a sufrir mas de lo previsto, a ser mas feliz de lo imaginado, a enfrentar mounstros mas grandes que los estudiados, a vivir lo que nunca había vivido, a romper esquemas, a no cumplir expectativas, a causar lágrimas, a enamorar y enamorarme. A aparecer en sueños y que aparezca en los míos, a dejar los prejuicios del resto y los propios de lado, a que mi casa pensada se construya diferente, a cantar canciones que no conocía. A pensarla en demasiados tic tac del reloj, a escribir textos con su cara, a que se me erice la piel cuando me toca, a que sus palabras yo también las repita. A que llegue el día en que ya no pueda despegarme tan fácilmente, a sentir mi cama vacía si no está.
Pero el mas grande de todos los miedos y por absurdo e imposible que parezca, es que, por alguna razón, mis miedos en un instante cualquiera desaparezcan. El miedo más grande que existe, es que un día no quede ni un solo miedo por temer, y con ellos se vayan también mis deseos, mis planes, mis amores, mis sueños.
No puedo perderlos, me resisto a dejarlos ir. Miedos, estoy aquí para ustedes, no voy a moverme, los necesito. Miedos quiero seguir temiéndolos.
miércoles, 22 de septiembre de 2010
Sin nombre
No quiero llamar a las cosas por su nombre,
no quiero ponerle letras a tus rulos,
tu sonrisa para mi no tiene etiquetas,
ni tus besos pueden enumerarse.
No necesito decirte mi nada,
no existe clasificación que nos sirva,
intentarlo es inútil,
al diccionario lo escribieron personas desconocidas.
Una frase puede resultar catastrófica,
puedo salir corriendo antes de que la digas,
no quiero que seamos parte de un logo,
no quiero un "yo también" sin sentido.
Seguramente lo que nos pasa es diferente,
¿sirve de algo ensayar un sonido que nos abarque?
una palabra para las dos todavía no se escribe,
no digamos nada, no necesitamos decirlo.
Sólo espero que no esperes escucharla,
me taparía los oídos para que tampoco me la digas,
no quiero asustarme todavía,
no quiero llamar a las cosas por su nombre.
no quiero ponerle letras a tus rulos,
tu sonrisa para mi no tiene etiquetas,
ni tus besos pueden enumerarse.
No necesito decirte mi nada,
no existe clasificación que nos sirva,
intentarlo es inútil,
al diccionario lo escribieron personas desconocidas.
Una frase puede resultar catastrófica,
puedo salir corriendo antes de que la digas,
no quiero que seamos parte de un logo,
no quiero un "yo también" sin sentido.
Seguramente lo que nos pasa es diferente,
¿sirve de algo ensayar un sonido que nos abarque?
una palabra para las dos todavía no se escribe,
no digamos nada, no necesitamos decirlo.
Sólo espero que no esperes escucharla,
me taparía los oídos para que tampoco me la digas,
no quiero asustarme todavía,
no quiero llamar a las cosas por su nombre.
martes, 31 de agosto de 2010
Ser yo
Nací, me dijeron Mariana,
me dijeron invierno,
me dijeron cruz y cristo,
me dijeron nena, me dijeron hijos.
Me dijeron pelo largo ,
uñas pintadas,
tacos altos y boca limpia,
piernas cerradas, delantal de cocina.
Moños y muñecas
buena cara,taparse la boca,
no mostrar la bombacha,
me dijeron que no si mis dedos jugaban con mi cuerpo.
Me dijeron colegio,
mover la cola a escondidas,
besar a mi gato en silencio,
pedir perdón todo el tiempo, buenos días, permiso y gracias.
Discutir sin gritar,
confrontar lo suficiente,
escuchar sin tener ganas,
asentir con la cabeza sin bajarla demasiado.
Entrar con los pies en puntitas,
emborracharse y no decirlo,
enamorarse sin penetrar, tocar con cuidado,
fumar y lavarse las manos.
Que me gusten los nenes buenos,
que las nenas no duerman conmigo,
que nadie se entere de mi cama mojada,
que si lloro sea con ganas.
Las voces continúan,
lecciones en mi cabeza,
moral, valores, desencia,
palabras vacías que siempre regresan.
Hoy decido dejarlas, borrarlas,
intentar por un minuto ser yo sin decir lo correcto,
ser yo sin ser Mariana, ser yo sin ser ustedes,
ser yo sin que me digan.
me dijeron invierno,
me dijeron cruz y cristo,
me dijeron nena, me dijeron hijos.
Me dijeron pelo largo ,
uñas pintadas,
tacos altos y boca limpia,
piernas cerradas, delantal de cocina.
Moños y muñecas
buena cara,taparse la boca,
no mostrar la bombacha,
me dijeron que no si mis dedos jugaban con mi cuerpo.
Me dijeron colegio,
mover la cola a escondidas,
besar a mi gato en silencio,
pedir perdón todo el tiempo, buenos días, permiso y gracias.
Discutir sin gritar,
confrontar lo suficiente,
escuchar sin tener ganas,
asentir con la cabeza sin bajarla demasiado.
Entrar con los pies en puntitas,
emborracharse y no decirlo,
enamorarse sin penetrar, tocar con cuidado,
fumar y lavarse las manos.
Que me gusten los nenes buenos,
que las nenas no duerman conmigo,
que nadie se entere de mi cama mojada,
que si lloro sea con ganas.
Las voces continúan,
lecciones en mi cabeza,
moral, valores, desencia,
palabras vacías que siempre regresan.
Hoy decido dejarlas, borrarlas,
intentar por un minuto ser yo sin decir lo correcto,
ser yo sin ser Mariana, ser yo sin ser ustedes,
ser yo sin que me digan.
lunes, 30 de agosto de 2010
Canciones sin cuna
Mirandome y pensando para adentro,
si me fui, si estoy acá, sola o con vos.
Con miedo a mirar muy fuerte o a moverme lento,
a sentirte cerca o quererte lejos.
Con ganas de escaparme atada, de correr inmóvil,
de gritar silencio, de bailar estátil.
Acariciarte sin tocarte, besarte con el pensamiento,
hacerte dormir sin canciones, empujarte si hace falta.
Sin razones, explicaciones,
sin libretos,sin oraciones bien redactadas,
odiando despedidas,la gente que dice entender,
horas inútiles diciendo siempre lo mismo, sin querer decirlo.
Un abrazo sin sabor, un orgasmo sin dolor,
miradas que esperan, círculos incómodos,
sonrisas que molestan, manos que señalan.
Un llanto para conformar, cejas que quieren subir,
carcajadas que se aguantan, deseos que se reprimen,
mis piernas que se frucen, cuando en realidad quieren moverse.
Viento que llega a mi cara,
sin intentos de taparme, abro los brazos,
lo espero, te espero.
No hay promesas, intentos,voluntades, restricciones,
hacemos si hay ganas, saltamos el agua,
nos tocamos felices, cantamos canciones sin cuna.
si me fui, si estoy acá, sola o con vos.
Con miedo a mirar muy fuerte o a moverme lento,
a sentirte cerca o quererte lejos.
Con ganas de escaparme atada, de correr inmóvil,
de gritar silencio, de bailar estátil.
Acariciarte sin tocarte, besarte con el pensamiento,
hacerte dormir sin canciones, empujarte si hace falta.
Sin razones, explicaciones,
sin libretos,sin oraciones bien redactadas,
odiando despedidas,la gente que dice entender,
horas inútiles diciendo siempre lo mismo, sin querer decirlo.
Un abrazo sin sabor, un orgasmo sin dolor,
miradas que esperan, círculos incómodos,
sonrisas que molestan, manos que señalan.
Un llanto para conformar, cejas que quieren subir,
carcajadas que se aguantan, deseos que se reprimen,
mis piernas que se frucen, cuando en realidad quieren moverse.
Viento que llega a mi cara,
sin intentos de taparme, abro los brazos,
lo espero, te espero.
No hay promesas, intentos,voluntades, restricciones,
hacemos si hay ganas, saltamos el agua,
nos tocamos felices, cantamos canciones sin cuna.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)